Y llegas a casa, las tantas de la madrugada, tequila en la garganta, rimel recorriendo la cara. Pocas ganas, demasiadas añoranzas, demasiadas preguntas sin respuesta y demasiadas mañanas de resaca.
Y no... no te cansas... llegas a creer que ese es el modo de vida que a ti te hace falta.
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