lunes, 10 de septiembre de 2012

...Que no quieres despertar nunca más sin su respiración en tu oído.

Lo dulce y lo salvaje, lo efímero y lo eterno en el mismo contexto. Es llorar y reír al mismo tiempo. Es follar y hacer el amor hasta el extremo.
Y a día de hoy, creo que podría vivir el resto de mi vida dormida en su pecho, acariciándole el pelo, memorizando cada milímetro de su cuerpo.
Porque una vez le pedí que no fuéramos como el resto, y eso está haciendo. Tan diferentes, tan perfectos. No me hace falta perderle para darme cuenta de lo que tengo y tampoco voy a decir que no me lo merezco.
Es como pasar de estar en pleno centro de la ciudad, casi sin poder respirar, a estar en el campo respirando aire nuevo; es el suspiro ininterrumpido, perder la noción del tiempo, es sentirte en la puta gloria, acordarte de todas esas niñas que pierden las bragas cada vez que él pasa, y pensar que ocupa el otro lado de tu cama.

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