No hago más que encontrarme con historias de tíos -nada de hombres-, que no tienen más que desequilibrios mentales.
Obsesiones, manipulaciones, posesiones... ¿Superiores? -INFERIORES-.
Y me gustaría decir algo: si alguien te quiere, te quiere de forma INCONDICIONAL, en todas las facetas de tu vida, sin ningún tipo de estereotipo y mucho menos de prejuicio. Con el pijama, y en bragas corriendo por tu casa.
Porque como dice mi padre: no te mereces menos de un pedestal. Y razón no le falta. A veces me gustaría que lo vieras.
Sal a una discoteca, te voy a dejar sola el tiempo que tarde en pedir una copa. Quiero que cuentes cuántos tíos se te acercan.
Yo sé que no te interesan... que tú eres más de palomitas saladas y cenas de madrugada en una mesa de ikea... pero... ¿Crees que no puedes conseguirlo?
Toma conciencia de cómo eres, del potencial que tienes, de dónde has llegado TÚ sola sin que nadie te haya dado la mano. Y luego, hablamos.
Hacer el camino de Santiago descalzo, eso es lo que tendría que estar haciendo (ÉL). El patio de colegio pasó hace tiempo. Ni a la suela del zapato... a la mierda de perro que hay en el asfalto llega, si acaso...
Te quiero I. (Pegado en la nevera, al lado del ron y del whisky para ser exactos...).
Y ahora: Labios rojos, taconazos, y el danza kuduro.
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