miércoles, 14 de septiembre de 2011


...Y entonces te despiertas una mañana, con una sonrisa que calificas de única, mágica, perfecta... e inconscientemente incorporas el pie DERECHO en el suelo. Llegas al espejo y ya no hay ganas olvidadas, tan sólo una sonrisa a ti misma. Y de nuevo, recuerdas todas esas campañas publicitarias y ese prototipo de -escuálida, rubia, alta- y te ríes a carcajadas. Piensas que no te cambiarías por ninguna de ellas, que no eres perfecta, pero ni te molesta ni te frustra ni te atormenta. TE ACEPTAS. Te aceptas y te quieres con todas las ganas que antes estaban enterradas. Te valoras, y valoras a todas esas personas que tanto te ayudaban y te ayudan. Ves que por fin, toda esa pesadilla ha terminado. Te pones los zapatos más altos, los pantalones más ajustados y después de tantísimo tiempo, vuelves a pintarte de rojo los labios.

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