miércoles, 15 de agosto de 2012

La vida es vírica, nos enferma poco a poco, nos deteriora casi imperceptiblemente. Cruel, maravillosa e implacable; hasta que una mañana tienes sesenta años y eres el resultado de obsesiones y heridas, de pasiones antiguas, de carencias y excesos. Una lista interminable de pequeñas victorias y derrotas que han hecho de ti ese ser tan veraz, tan genial, y tan despojo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario