Durante larguísimos días hemos vivido en un círculo vicioso que iba de la acción a la reacción y de ésta a la repercusión, que no era más que volver al principio con otro acto que superase la maldad, la agudeza y la frialdad del anterior.
Así, sin medir el valor de cada palabra, porque gritamos pero no sentimos nada de lo que decimos. Sarcasmo y heridas vacías. ¿Pruebas? ¿Hasta dónde eres capaz de llegar? -Por mucho que te diga que eres un gilipollas, sabes que me muero de ganas de comerte la boca-, discusiones que acaban en risas, qué ironía...
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