
Últimamente paso demasiado tiempo pensando en si dejarme o no llevar. Ya no sé si es miedo o inseguridad, o una mezcla borracha de ambas.
Es un no querer hacerte daño queriéndo(te).
No me gustan los contratos de exclusividad. Me gustaría, pero de forma que tu no cambies; porque a veces estoy dispuesta a dejarme llevar por todas las contracorrientes, a saltar desde cualquier precipicio, e incluso a caer en el abismo de un "buenos días, cariño".
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